Las profundas y sucesivas crisis institucionales, económicas y sociales que venimos sufriendo desde hace varias décadas nos arrojaron a este estado de indefensión en que nos encontramos.
Esto generó terribles calamidades en todos los órdenes, que en mayor o menor medida todos padecemos, ahora potenciadas por la pandemia que al mundo alcanza y castiga, pero que en nuestro caso adquiere particularidades excepcionales, los intereses comerciales, geopolíticos e ideológicos primaron sobe la vida, las consecuencias miles de muertes que pudieron evitarse.
Estos hechos adquieren gravedad institucional con motivo de la publicación y difusión de la carta que envía Cecilia Nicolini asesora del Presidente Alberto Fernández el 7 de julio de 2021 al CEO del Fondo Ruso de Inversión Directam, ya que en la misma reconoce hechos que indubitablemente deben llevar ante la justicia penal a quienes tuvieron y tienen a su cargo la decisión y compra de vacunas y su administración.
A todo esto debemos sumar los daños inferidos a la economía dado a que se mantuvo una cuarentena que resulto irresponsablemente interminable, esto causó entre tantos otros daños la desarticulación y destrucción de algunos sectores muy importantes de la clase media argentina que desde luego compromete a toda la sociedad en su conjunto. La sucesión y simultaneidad de los hechos acaecidos en los últimos tiempos dan sustento y certeza a lo que exponemos y solo valga de ejemplo la extremadamente critica y peligrosa situación que provocan la falta de trabajo, la desocupación, la pobreza y el hambre que conducen a la miseria y marginalidad a millones de argentinos, que desde luego generan legítimos, valederos y justificables reclamos y manifestaciones sociales con las peligrosísimas posibilidades de desbordes incontrolables que pueden provocar resistencia y caos civil, de esto la historia esta llena de acontecimientos en que sus desenlaces fueron cruentos y funestos.
Si bien desde el Banco Central se vienen agotando sin éxito diversas alternativas de política monetaria que fracasan no por incompetencia de sus Presidentes, sino por la ausencia de planes económicos y de una conducción unificada que sepa armonizar las variables económicas y sociales, que los diversos y sucesivos gobiernos nunca tuvieron. Este constante estado de imprevisibilidad y desorden desde luego generaron la incontrolable inflación que padecemos que convierte a la economía en inviable y explosiva, obviamente los mercados reaccionan de forma concordante con esta situación ¿Como? Fuga de capitales, desinversión, buscar al dólar como activo de refugio y despreciar y castigar nuestros títulos de deuda externa obligándonos a pagar tasas de interés más que usurarias.
¿Quienes son nuestros socios internacionales y de quienes tomamos ejemplo para conducirnos? Cuba, Venezuela, Nicaragua, Rusia, China e Irán, ellos tienen un común denominador, ausencia de la libertad en todos los órdenes, son dictaduras sin ataduras morales que provocaron y provocan muertes, desparecidos, torturas, sufrimiento, miseria y esclavitud física e intelectual a sus pueblos, es decir la violación sistemática de los derechos humanos que son universales y absolutos. Esto indubitablemente nos conduce a repetir el caso de Venezuela que se transformo en un Estadio fallido del cual ya emigraron varios millones de sus habitantes en búsqueda del bien espiritual y material más valioso que tiene el hombre: la libertad.
Todo esto evidencia que estamos perdiendo el rumbo y vale preguntarnos ¿Cuando un país pierde el rumbo? Cuando la corrupción por la impunidad penetra y corroe todas las estructuras económicas y sociales que lo conforman, porque su dirigencia es inoperante, débil y carente de honestidad. Esto hace a las instituciones frágiles, vacías de efectividad, sin recursos económicos y humanos, a la justicia insuficiente de ética, de equidad y con frecuencia vil, carente de seguridad jurídica, al igual que dramáticamente priva a sus niños y jóvenes de la educación condenándolos a no tener futuro. En definitiva un Estado que es incapaz de satisfacer mínimamente las necesidades y servicios esenciales de sus ciudadanos los conduce a una crisis terminal, arrojándolos a la marginalidad internacional.
Las crisis de los Estados siempre comienzan siendo políticas luego económicas y finalmente sociales y humanitarias, en nuestro caso el Presidente por inoperante, y mendaz, perdió la autoridad que se requiere para gobernar con efectividad, esto lo coloca en una situación de extrema vulnerabilidad, que dentro de su misma coalición de gobierno buscan aprovechar para conducirnos a propósitos y realidades ajenas a nuestra tradición cultural de vida.
Por la magnitud del problema que exponemos debemos agotar todas las instancias y alternativas que tenemos para con clamor advertir y reaccionar ante el peligro que corre la República tal como la conocimos y que hoy va camino a su extinción, esto nos obliga a toda la ciudadanía a proceder con sensatez, inteligencia y efectividad, para ello tenemos el voto, que es la herramienta que nos da la Constitución y a través de el elijamos a nuestros representantes en el Congreso que deben ser los más idóneos y honestos así podremos corregir el rumbo para comenzar a reconstruir el Estado y salvar a la Nación.
Buenos Aires, 25 de julio de 2021 Diego Lo Tártaro Presidente de IADER.