Pandemia la realidad a venir

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La humanidad a lo largo de la historia sofrió catastróficas calamidades, como son los desastres naturales muy difíciles de prever, las pandemias estas de origen viral o bacteriológico y las guerras que son el resultado del proceder y accionar del hombre, todas ellas dejaron como resultado muerte, desolación y miseria, que a su vez generaron grandes cambios en la conducta de las personas y de los pueblos.

No vamos a entrar en su análisis medico porque no es nuestro tema pero si intentaremos vislumbrar sus consecuencias económicas y sociales a nivel local y mundial y como pude incidir en nuestra realidad.

Desconocemos la magnitud, severidad y prolongación en el tiempo que pueda alcanzar esta pandemia fundamentadamente porque es un enemigo invisible que puede mutar y descolocarnos tanto para atacarlo como para defendernos, ello nos dificulta cuantificar sus consecuencias tanto en muertes, en la economía y en el orden social. En estas circunstancias tanto el optimismo como el alarmismo sin duda nos conducen al equivoco, pero si podemos advertir el comportamiento de los mercados y el virtual estado de parálisis en que se encuentra la producción, la industria, los servicios y el comercio tanto interno como internacional, aquí una pequeña observación pero de vital importancia el tiempo que la misma pude prolongarse a no dudar incidirá de forma preponderante ya que el «tiempo» es «dinero», y su prolongación cuantificara la forma en que afectara a las estructuras económicas-sociales, esto llevara a los mercados financieros a privilegiar la inversión productiva a la especulación financiera, el capitalismo de la forma en que hoy esta configurado deberá mutar a formas más abarcativas y participativas, esto a no dudar producirá profundos cambios en nuestro futuro inmediato y a largo plazo, la historia puede darnos pautas a tener en cuenta.

Comencemos con la peste negra que asoló a Europa entre los años 1347 y 1351 provocando una mortandad según las encuestas más aceptadas de entre un 25% a 45% de la población europea, como simple referencia tomemos la realizada por agentes del papa Clemente VI, ellos calcularon que los muertos en Europa eran de 23.840.000 sobre una población de cerca de 75 millones, tan profundas fueron sus consecuencias en todos los ordenes que significaron el comienzo del fin de la Edad Media y el preludio de la Edad Moderna.

En cuanto a la gripe española que comenzó en marzo de 1918, que alcanzo a 500 millones de personas tuvo dos oleadas, la segunda la más severa entre octubre y diciembre del mismo año que provoco la mayoría de las muertes que se estiman entre 50 a 100 millones de personas a nivel mundial, sus consecuencias son difíciles de clasificar y cuantificar porque se confunden con las generadas por las de la guerra mundial.

La Organización Mundial de la Salud en el comienzo de la pandemia advirtió en cuanto a la gravedad de la misma, ahora bien entre los factores determinantes a considerar para evaluar sus consecuencias, su alcance y dimensión es el tiempo de su duración. A nivel mundial vale analizar la nota de Jerome Roos miembro de economía política internacional en la London School of Economics publicada en el Tribune Magazine del 23 de marzo en Londres y que Infobae reprodujo en la que hace referencia a la debacle que esto de continuar va a provocar en los mercados bursátiles mundiales tanto en títulos privados como públicos.

En títulos privados generara una inicial contracción de los inversores y luego un cambio en sus políticas y hábitos de inversión, lo constatamos con el actual derrumbe de los mercados bursátiles, luego a no dudar se volcaran en gran medida a la inversión de la producción primara por su demanda asegurada y por la seguridad y ventajas que en sus costos laborales estos ofrecen, las industrias serán beneficiadas selectivamente, el comercio tanto interno como externo al igual que a todos en lo inmediato lo afectara pero será el primero en reponerse.

En títulos públicos sin duda nos beneficiaremos porque muchos estados se encontraran en las mismas condiciones en que nosotros hoy nos encontramos, esto debería llevar a todos a la reflexión y volver a los criterios de cuando se negociaba la deuda externa argentina con los fondos buitres que desde Economía se sostenía el criterio de que se debía cambiar la forma que se procedía en cuanto a las deudas soberanas o publicas de los países y que se debía estudiar y considerar un sistema similar al que rige para las empresas privadas que pueden presentarse en concurso y llegar a soluciones equitativas para deudores y acreedores, esto generaría menos costos judiciales y terminaría con el actual accionar de los fondos buitres, bueno ahora posiblemente se va a presentar la oportunidad de que esto se vuelva a poner sobre el tapete.

Es evidente que esta pandemia provoca efectos globales que se reflejan en sus consecuencias financieras, económicas y sociales, si bien el detonante de esta calamidad es común, los países tienen desiguales capacidades para soportar sus consecuencias, pero solo el tiempo que demore en extinguirse determinara la magnitud de sus daños y secuelas, pero a no dudar que las crisis, cambios y transformaciones se multiplicaran y se derramaran a dimensión global.

A no dudar que el mundo que surja luego de esta pandemia tendrá una conformación diferente a esta que estamos dejando para la historia, preparémonos para acontecimientos que nunca imaginamos, ya que los daños y cambios que provocara en nuestro sistema económico, en las estructuras sociales y en nuestra percepción psicología generara que aquellos que no adviertan el cambio se quedaran en el camino y quienes tengan mayor visión, imaginación y capacidad de adaptación serán los que ganaran posiciones y se colocaran ventajosamente. Un atisbo de esto lo estamos comprobando con el disímil comportamiento de los líderes mundiales ante este nuevo, invisible y silencioso enemigo, cuando algunos priorizaron la economía en desmedro de la salud no advierten que sin salud no hay economía. El tiempo nos dará la respuesta.

Buenos Aires 30 de Marzo de 2020.

DIEGO LO TARTARO PRESIDENTE de IADER